El mundo del té

El té (THEA SINENSIS o CAMELIA SINENSIS) es una planta de hoja perenne de la familia de las Camelias. Los botánicos reconocen dos variedades muy similares entre sí: la China, la Assámica, y la subespecie Camboyana, todas ellas utilizadas para la producción comercial.

 

La Camelia Sinensis, en su variedad China, puede alcanzar una altura de 3 a 4,5 metros y está muy extendida en toda China, Tibet y Japón. Tolera temperaturas muy bajas, produce hojas de aprox. 6 centímetros de largo y puede vivir hasta 100 años.

La Camelia Assámica es más árbol que arbusto, y puede alcanzar una altura de 13 metros, con hojas de 15 centímetros de largo aproximadamente. Esta variedad florece en los climas tropicales y tiene una vida productiva de unos 40 años. La subespecie más utilizada para la producción de híbridos (cruces entre distintas variedades) es la Camelia Camboyana (Camelia Assámica subespecie lasiocalix) que también puede crecer hasta los 4,5 m de altura.

La Camelia Sinensis tiene las hojas de color verde oscuro, brillantes y coriáceas, con pequeñas flores blancas de 2 centímetros de diámetro, de cinco a siete pétalos, parecidas a las flores de jazmín. El fruto que produce (no se utiliza para la producción del té) es similar al de la nuez moscada y contiene de una a tres semillas.

El hábitat ideal para el árbol del té se encuentra en un clima cálido y húmedo, con temperaturas entre 10º C hasta 30º C y con alturas que van de los 300m. a 2000m. sobre el nivel del mar. Altitud y humedad son las dos variables que determinan el crecimiento de la planta, con mejores resultados en cotas elevadas.

La mayoría de los tés más famosos, son los de crecimiento en cotas altas como los de Ceilán y los mejores Darjeeling de la India, que suelen crecer en plantaciones situadas a más de 1200 metros de altura.

 


Camelia Sinensis

La planta del té, en cultivo, suele ser podada para que mantenga su forma de arbusto, con una mayor capacidad de producir siempre nuevas yemas.

Desde el principio la “poda” se estudia para dar a la planta, en la parte más alta, una forma plana: esto hará más fácil el crecimiento de nuevas yemas que representa uno de los aspectos fundamentales de las distintas recogidas. El té es como un buen vino o un buen aceite, o sea el gusto y la calidad del producto final depende de muchos factores, como el clima, el suelo, la altitud, las condiciones climatológicas, el método de recogida y de manipulación, las mezclas, el embalaje, transporte y la conservación.

Los cultivos de té se suelen llamar jardines, especialmente en la India, en las zonas de Darjeeling y Assam, donde existe una diferenciación muy importante que determina el valor del té basándose en el jardín de origen.

 

Los mil nombres del té

Hasta llegar a la palabra Tea en inglés, las hojas de té tenían nombres muy variados: tcha, cha, tay y tee. El nombre inglés no surge del Chino Mandarín Tcha, sino del dialecto de Amoy, té, asimilado durante los primeros contactos entre los comerciantes holandeses y los chinos en el puerto de Amoy, en la provincia de Fujian. Aquel nombre se hizo thee en holandés, y habiendo sido los holandeses los primeros en importar té a Europa, pasó a ser tee en alemán.

En las lenguas española, italiana, danesa, noruega, sueca y húngara se escribe té, en inglés Tea, en francés thé, en finlandés tee, en letón teja, en coreano ta, en tamil tey, en cingalés thay y en la lengua científica Thea.

El mandarín cha se hizo ch’a en cantonés y pasó al portugués como cha (en la época del comercio portugués con la ciudad de Macao, de lengua cantonesa) y después al persa, japonés e hindú, pasando a shai en árabe, ja en tibetano, chay en turco y chai en ruso.

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